miércoles, 19 de septiembre de 2018

19S



Nunca olvidaré la camisa de mi hermano Nazario, manchada de sangre, sudor y dolor. No su sangre, si no la de los muertos y heridos que yacían bajo los escombros. Sí el sudor y la transpiración de su cuerpo, que formó parte de un cuerpo más grande, un corazón inmenso y humano, que latido a latido buscó pulsaciones, indicios, señales de vida bajo el peso de la ciudad en ruinas...


Sí el dolor, el dolor de todos...